Los primeros Juegos Olímpicos que seguí de cerca fueron los de Atlanta 1996. Aunque tengo recuerdos de haber visto los Juegos de Seúl 1988 y los de Barcelona 1992, aún era demasiado pequeño para comprender las historias, las rivalidades y los logros que definieron aquellas Juegos Olímpicos. Sin embargo, Atlanta marcó un punto de inflexión, ya que tenía la edad suficiente para entender las narrativas, celebrar las victorias y apreciar verdaderamente la magnitud de unos Juegos Olímpicos.
Entre las innumerables historias de coraje grabadas en la historia olímpica, pocas son tan conmovedoras como la de Kerri Strug en Atlanta 1996. Strug, miembro del célebre “Magnificent Seven” (las Siente Magníficas), estaba al borde del mayor logro de su deporte puesto que su equipo, el equipo de gimnasia de Estados Unidos, optaba a su primera medalla de oro en la competición por equipos. El resultado pendía de un hilo, y todo dependía de su último salto.
En su primer intento, ocurrió el desastre. Strug aterrizó de manera incorrecta, su tobillo cedió y sufrió un desgarro de ligamentos en un momento que parecía destrozar aquél sueño. Cojeando y visiblemente dolorida, tuvo que enfrentarse a una elección imposible: retirarse o volver a saltar.
Mostrando una determinación inigualable, volvió a la pista para su segundo intento. Voló por el aire, girando y girando con precisión, y aterrizó con un pie firmemente plantado mientras el otro mostraba su dolor. En el instante en que levantó los brazos para saludar, se cayó sobre la colchoneta.
Aquél salto obtuvo la puntuación decisiva, asegurando un oro sin precedentes para el equipo de gimnasia de los EE. UU.
Hacer frente a las dificultades durante la etapa del INVIERNO puede ser difícil y doloroso. Sin embargo, cuanto más nos acercamos a las principales competiciones de la temporada, más psicológicamente desafiantes se vuelven las cosas. Por lo tanto, la preparación para cualquier tipo de circunstancia es aún más importante.
Los deportistas de alto rendimiento preparan sus cuerpos y sus mentes para las exigencias de la competición, pero no son inmunes a los desafíos de la vida, los cuales pueden surgir en cualquier momento. Contratiempos como lesiones, cancelaciones o pérdidas personales pueden alterar el estado mental previo a una competición y puede afectar al rendimiento. Aprender a gestionar eficazmente estos desafíos es crucial para mantener la resiliencia y el bienestar mental en entornos de alta exigencia.
En el capítulo de la parte del INVIERNO dedicado a esta habilidad, nos centramos principalmente en un enfoque estoico. En este capítulo, nos centraremos en estrategias para gestionar la adversidad en un entorno pre-competitivo y diseñados para ayudarnos a mantener la calma, a adaptarnos al contexto y a mantener nuestra atención a pesar de las circunstancias.
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