Como entrenadores, debemos ser conscientes de la influencia que ejercemos en nuestros deportistas. Nuestras conductas y nuestras respuestas ante diferentes tipos de situaciones son observadas y, a menudo, copiadas por nuestros deportistas.
De igual manera, aquellas emociones personales que no somos capaces de gestionar, no solo nos afecta a nosotros, sino que también afecta a todas aquellas personas que tenemos a nuestro alrededor.
Nuestros estados de ánimo y nuestras conductas influirán positiva o negativamente en nuestros deportistas. La clave para que sea la una o la otra la tenemos nosostros.
No podemos controlar lo que nos ocurre, pero sí podemos controlar como respondemos ante diferentes circunstancias. Con disciplina. Con coraje. Viendo lo que nos ocurre como una oportunidad para crecer y hacernos más fuertes. Protegiendo a los nuestros.
El liderazgo no es un rango, sino la capacidad que tenemos como entrenadores de responsabilizarnos de nuestros deportistas y de nuestro equipo.
Gestionar nuestras emociones, nos ayudará en nuestras relaciones. Esa gestión solo podemos llevarla a cabo nosotros mismos. Con disciplina. Con coraje.
